domingo, 30 de marzo de 2014
"El mundo es un lugar peligroso. No por causa de aquellos que hacen el mal, sino por los que no hacen nada por evitarlo". Albert Einstein
La cultura es inútil, afortunadamente
En
su nuevo ensayo, el italiano Nuccio Ordine carga contra la “dictadura del
provecho”, el utilitarismo de la educación y el poco interés de la política por
los bienes del espíritu.
La
crónica de sucesos acaecidos en París el 26 de diciembre de 2013 revela que un
hombre de letras desesperado, enojado contra unas instituciones indiferentes a
su amor apasionado por la cultura, embistió con su coche las puertas enrejadas
del palacio del Elíseo. El conductor, Attilio Maggiulli, no pudo soportar lo
que consideraba un desprecio oficial hacia el proyecto de su vida, el Théâtre
de la Comédie Italiénne —que perdió casi un 50% de subvenciones públicas en
tres años—, y no halló forma mejor de presentar su memorial de agravios que
estampando su indignación contra la sede oficial de la presidencia de la
República Francesa.
Hasta
ahí la historia resumida de Maggiulli. Esta crónica aborda, sin embargo, la historia
de otro hombre de letras indignado, el profesor italiano Nuccio Ordine (que
figura en su partida de bautismo como Diamante Ordine). Con los mismos o
parecidos personajes —una cultura apuñalada, una educación asfixiada y un
pueblo adormecido—, Ordine (Diamante, 1958) ha preferido usar la palabra
para embestir contra la ignorancia promovida desde las instituciones y advertir
de sus efectos a la ciudadanía. Si dejamos que nos roben el legado de nuestros
antepasados y que se mutile el conocimiento, avisa, no es que dejemos de ser
personas cultivadas: es que las generaciones futuras dejarán de ser personas en
sentido estricto.
El
vehículo empleado por Ordine para su clamor profético es el manifiesto titulado
La utilidad de lo inútil, cuya publicación en España debemos a Jaume Vallcorba,
padre de las editoriales mellizas Acantilado y Quaderns Crema, y al traductor y
profesor de Filosofía Jordi Bayod Brau.
La
barbarie de lo útil ha corrompido nuestras relaciones y afectos íntimos”
Ordine,
profesor de prestigiosas universidades, experto en el Renacimiento y director
de varias colecciones de clásicos en la editorial Les Belles Lettres de París,
se dice “emocionado” por la recepción de su libro en Barcelona, donde fue
presentado recientemente, y en Madrid (donde fue apadrinado por Fernando
Savater). “La gente me abrazaba y me daba las gracias. Un estudiante me dijo:
‘Decidí estudiar Filosofía y Paleografía contra la voluntad de mi padre, que me
preguntaba para qué servía eso. Su libro me ha reafirmado en mi decisión”,
recuerda.
La
tesis central del libro puede ser resumida en la idea de que la literatura, la
filosofía y otros saberes humanísticos y científicos no son inútiles, como
cabría deducir de su progresivo destierro en los planes educativos y
presupuestos ministeriales, sino imprescindibles. “El hecho de ser inmunes
[dichos saberes] a toda aspiración al beneficio” constituye, según el autor,
“una forma de resistencia a los egoísmos del presente, un antídoto contra la
barbarie de lo útil, que ha llegado incluso a corromper nuestras relaciones
sociales y nuestros afectos más íntimos”.
Nuccio Ordine, en la sede de la editorial Les Belles Lettres
de París. / PIERRE MOREL
Como
en un coro griego, Nuccio Ordine arma una defensa coral del conocimiento
apoyándose en aquellos autores que le precedieron en su empeño. Dante,
Petrarca, Moro, Campanella, Bruno, Bataille, Keynes, Steiner, García Márquez,
Cervantes, Shakespeare, Platón, Sócrates, Séneca, Heidegger, Cioran, García
Lorca, Tocqueville, Hugo, Montaigne… son reclutados y contextualizados para
mostrar “la carga ilusoria de la posesión y sus efectos devastadores sobre la
dignitas hominis, el amor y la verdad”.
¿Por qué este libro? “Llevo 24 años como profesor
intentando convencer a mis alumnos de que no se viene a la universidad a
obtener un diploma, sino a intentar ser mejores, esto es, a aprender a razonar
de forma autónoma”. Para Ordine, la transmisión del amor por el
conocimiento es un deporte de combate. Y eso implica desmontar algunas ideas
materialistas imbuidas por el sistema capitalista. “La gente piensa que la
felicidad es un producto del dinero. ¡Se engañan!”, afirma.
Dicha
pretensión se ha extendido ya a todos los ámbitos. “El utilitarismo ha
invadido espacios en los que que no debería haber penetrado nunca, como las
instituciones educativas”, denuncia el profesor calabrés. Y advierte: “Cuando
se recorta el presupuesto para las universidades, las escuelas, los teatros,
las investigaciones arqueológicas, las bibliotecas… se está cercenando la
excelencia de un país y eliminando cualquier posibilidad de formar a toda una
generación”.
El
autor se apoya también en un discurso ¡de 1848! de Víctor Hugo ante la Asamblea
constituyente de Francia, donde el escritor pronunció estas palabras: “Las
reducciones propuestas en el presupuesto especial de las ciencias, las letras y
las artes son doblemente perversas. Son insignificantes desde el punto de vista
financiero y nocivas desde todos los demás puntos de vista”. Dice Ordine que
cuando leyó ese discurso pegó un salto hasta el techo, y hace suyas las tesis
de Hugo al afirmar (exclamar, más bien) que “¡es en las épocas de crisis
cuando hay que doblar el presupuesto para la cultura!”.
El manifiesto incluye también un escrito premonitorio de
Abraham Flexner, publicado en 1939, que evangeliza sobre la importancia de la
ciencia. “Quería que quedara claro que la defensa de lo inútil [lo no ligado al
afán de lucro] no atañe solo a escritores y humanistas, sino que es una lucha
que concierne también a los científicos”, explica Ordine. “El estado no puede
renunciar a la ciencia básica [en aras del beneficio]; por eso he escrito un
capítulo dedicado a las universidades entendidas como empresas”.
La utilidad de lo inútil no es sólo un argumentario contra
la deriva del utilitarismo o el “satánico comercio” (Baudelaire): es también un
manual para superar lo que el autor del libro llama “el invierno de la
conciencia” y para recordar, con Montaigne, que “es el gozar, no el poseer, lo
que nos hace felices”
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